Mis aprendizajes desde la azotea

José Ramón Bécares

Director del COF de Triana Los Remedios.

MIS APRENDIZAJES DESDE LA AZOTEA

Desde mi enclaustramiento quisiera enumerar brevemente algunos aprendizajes que estoy teniendo gracias al confinamiento provocado por la dichosa pandemia.

Se dice que no hay mal que por bien no venga. Al menos yo me siento en la obligación conmigo mismo de ser positivo, de sacarle a esta situación su punto de desarrollo personal y de compartirlo. Sin una redacción elaborada, que creo que no es el momento de análisis, sino de hablar desde el corazón, ahí van algunos aprendizajes personales. Seguro que al que los lea se le ocurrirán muchos más. Es un tema personal.

Mi primer aprendizaje es que mi aislamiento, y la consecuente soledad no voluntaria, no siempre es mala si sé aprovecharla para encontrarme conmigo mismo, para reflexionar, para conocerme mejor, para profundizar en mi interior y seguir descubriendo nuevas áreas de posible mejora y desarrollo.

El segundo, es que las redes sociales tampoco son siempre alienantes ni condenables per se. Depende siempre del uso que yo les estoy dando. En este caso me han servido para suplir la cercanía física con el resto de mi familia y con mi entorno. A los estudiantes para no perder su ritmo de aprendizaje. A los profesionales para seguir trabajando y produciendo, aportando. A los creyentes, para seguir participando de los actos religiosos.

El tercero, que la familia necesita tiempo y dedicación. Que este encerramiento ha servido a muchos para conocer mejor a sus hijos, a los hijos para convivir más con sus padres. Como alguien me dijo ayer irónicamente, para conocer los gustos de comida de mi pareja. En mi caso para valorar más si cabe a mi familia, la más cercana e inmediata y la más amplia.

Sigo rápido y, para no extenderme demasiado, solo enumero otros aprendizajes:

Que los miedos, de todo tipo, solo los puedo y debo combatir con información fiable, con racionalidad y con análisis sincero.

Que el cuerpo es débil y frágil como para poner en él todas mis esperanzas.

Que debo vivir más el momento presente, comprendiendo que los problemas principalmente están más en mis recuerdos del pasado y en mis fantasías de futuro.

Que tengo que prepararme para el duelo, porque si recientemente no me ha llegado la pérdida de un ser querido, tarde o temprano me llegará y nos llegara a todos.

Que necesito aumentar mi fe en Dios para alcanzar la paz interior y valorar la trascendencia.

Que necesito la oración y más tiempo para Dios.

Que puedo y debo levantar mi vista ante los problemas, ser más comprensivo ante las limitaciones propias y ajenas, y tomar perspectiva ante las dificultades.

Que esas mismas dificultades nos han hecho ser más creativos, más emprendedores e innovadores. Que podemos reinventarnos.

Que es importante que cuide mi espiritualidad como fuente de enriquecimiento y desarrollo personal.

Que cuando he recibido una llamada inesperada de un amigo, es posible que alguien esté esperando o necesitando también la mía.

Que nada es inmediato ni debe de serlo. Que todo es aplazable en el tiempo.

Que un pájaro se ha posado en mi balcón, que mi calle está en silencio, que el aire está más limpio, y que la naturaleza está ahí para cuidarla y disfrutarla.

Que esta la convivencia intensiva, me permite descubrir la belleza del amor en el matrimonio y el dolor en la ausencia y la distancia.

Que la introspección se puede aprender y practicar, y que siempre me enriquece cuando la ejercito.

Que puedo sacrificar detalles en el día a día para mejorar la convivencia y que esto resulta gratificante para todos.

Que cada día puedo decir no a ciertas noticias, no a ciertas cadenas de televisión, no a cierta prensa y no a los que intentan dirigir mis pensamientos. Porque mi libertad interior no me la quita ni me la limita nadie.

Que puedo y debo valorar más mi tiempo y el de los demás, pudiendo suprimir actividades superfluas o innecesarias que no aportan.

Que la solidaridad es posible, que lo que se da no se pierde, sino que se gana. Que el Amor todo lo puede, que es paciente y servicial, que no es envidioso, no se irrita, que todo lo disculpa, todo lo soporta y todo lo espera. No lo digo yo, lo dijo ya San Pablo.

Que debo dar gracias a Dios por la vida, por la esperanza y por su Amor…todos los días.

 

 

 

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