Acompañar en el duelo desde la esperanza

D. Luis Merayo, Psicólogo colaborador del COF Triana-Los Remedios, reflexiona en este vídeo acerca de la esperanza en tiempo de pandemia

Transcripción del vídeo: “Acompañar en el duelo desde la esperanza”

Hola a todos. Soy Luis.

Colaboro con el Centro de Orientación Familiar Diocesano de Triana.

Espero y deseo que mi presencia aquí sea la de poner acento en torno al tema del duelo por la pérdida de un ser querido desde la esperanza. La actual situación ha impedido que muchos profesionales sanitarios se hayan enfrentado a la muerte de un paciente ahogado sin poder atenderle en el último momento. ¿Cómo se que da en ese profesional sanitario?. ¿Cómo se queda ese familiar que no se ha podido despedir?

Estamos en una sociedad muy biomédica y hablar hoy de la muerte, me parece que sigue siendo un tabú. Igual que hablar de la soledad, la enfermedad o la culpa… .Quizá nos hemos olvidado de lo psíquico, de lo espiritual. En el modelo biomédico predominante es en el que estamos educados tenemos que sacar la vida a cualquier precio, pero que pasa con lo biografico, con lo identitario de las personas?. Como es posible la mirada espiritual sobre el duelo en estas situaciones que estamos viviendo?. A mi me gusta hablar de la importancia de los rituales como algo necesario, pero aunque se han perdido rituales de acompañamiento siempre podremos dar un espacio, un tiempo, unos testigos, unas palabras , unos gestos que den sentido de la esperanza; que reafirmen la conexión espiritual con el fallecido como un mecanismo de afrontamiento saludable par ajustarse a la pérdida. Aquí los sacerdotes entiendo están en una situación privilegiada para poder dar consejo y acompañar en estos rituales.

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En este vídeo me aproximaré a ofrecer una pildorita, como un postcat pequeño y relacionar duelo con la esperanza como una estrategia útil en la elaboración del duelo. Pensándolo bien presentar este tema desde la Esperanza me incomoda, me da inseguridad. Quizá porque aveces sea impaciente y en otras me muestre a la espera. Pero lo voy a hacer con mucho cariño, desde la disposición de que su vivencia puede consolar al triste donde se nos muestra una realidad humana dolorosa, necesitada de auxilio, que pide ser atendida y socorrida de alguna manera. La esperanza existe por más desesperante que sea la situación. No es solo mero deseo, ni mero optimismo. Estar siempre dispuestos a dar razón de vuestra esperanza. Como dar razón de nuestra esperanza en el sufrimiento ante esta pandemia que nos ha sobrevenido. Cual ha de ser el contenido de nuestra esperanza con los familiares que sufren o han perdido algún familiar por esta pandemia.

Ya que estamos en Pascua, me gustaría compartir una frase de nuestro Papa Francisco

 “En Jesús resucitado, la vida ha vencido a la muerte. Esta fe pascual alimenta nuestra esperanza. Es la esperanza de un tiempo mejor, en el que también nosotros podamos ser mejores, finalmente liberados del mal y de esta pandemia. Es una esperanza: la esperanza no defrauda; no es una ilusión, es una esperanza”

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Pero la esperanza tiene mil nombres, sobre todo en medio del sufrimiento.

La esperanza en el duelo no se refiere a “aguardar” (Aguardo… que hierva el agua, que llegue el tren…), tampoco a “esperar” (- Espero… “terminar la carrera” de estudios Espero… “que crezca el árbol que planto”) La esperanza no es solo por el futuro. La esperanza es un dinamismo de superación del presente. Sin ella no estaríamos desesperados, si no desesperanzados.

La esperanza es como la sangre, está circulando; si no circula estás muerto. La esperanza se traduce en paciencia, en coraje, en tenacidad, en confianza, en entrega en último término en los brazos de alguien a quien nos confiamos.

Los creyentes tenemos la gran oportunidad de confiarnos en Dios. Cuando perdemos a un ser querido sin esperanza nos morimos de pena también nosotros. ¿Cómo es la esperanza en el duelo?. Es de color verde, es vital . Vivir con ella es vivir , vivir sin ella es entregarse a la soledad y a la muerte, muerte de pena. En el duelo confiamos en Dios, esperamos en Dios. Le entregamos en último término esa extraña certeza que en Él nos encontraremos todos. No sé como es, pero tengo la firme confianza que en Dios seremos todos juntos. Sin esperanza me muero de pena. Con esperanza mi vida sigue teniendo sentido también con el corazón roto después desde la pérdida de un ser querido

La esperanza nos permite transcender, más allá del presente, por tanto es una dimensión de la espiritualidad. La espiritualidad es una de las destrezas de afrontamiento más utilizadas por las personas para trabajar el duelo y superar las secuelas negativas de la perdida. Los expertos han relacionado positivamente la espiritualidad con la resiliencia. Vaya palabra. Se entiende por resiliencia la habilidad para surgir de la adversidad, adaptarse, recuperarse y acceder a una vida significativa, productiva y eficaz

El duelo conlleva un proceso de búsqueda espiritual en cuanto que, la persona que experimenta la perdida le otorga significado y sentido a la misma. Para este fin, debemos concentrarnos en identificar, desarrollar y/o fortalecer los recursos espirituales que poseemos para afrontar el proceso de duelo con fe y esperanza

La esperanza se llama ilusión por un mañana con menos dolor, por una vida sin ese límite que genera una discapacidad, por una enfermedad superada, por un desencuentro aclarado, por conseguir la paz. La base de esta esperanza es el deseo, el anhelo de que lo que produce sufrimiento desaparezca, de que lo que se sueña como bien, se realice.

Como si de una lanzadera se tratara, la esperanza nos empuja también  más allá del tiempo, donde se abre a un bien supremo logrado únicamente en la eternidad, donde confiamos que no habrá llanto ni dolor, sino luz y paz, el gozo de una felicidad completa anhelada durante toda la vida. Y, si el contenido de esta esperanza fuera una vana ilusión, sin duda habría valido la pena esperar por cuanto de confianza tiene en el triunfo definitivo del amor experimentado en el más acá y por cuanto de bien genera el mismo

¿Cómo podemos infundir esperanza ?

José Carlos Bermejo (religioso camilo) destaca el valor del ancla de un barco como símbolo de la esperanza. En medio de la tempestad del mar, de la enfermedad, de las dificultades de la vida se puede comprender el valor del ancla, símbolo de la esperanza. En medio de la zozobra, de los problemas, de la inseguridad, con el ancla uno se puede apoyar, tiene un recurso para aferrarse en algún lugar más seguro.

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Infundir esperanza entonces, pasa por ofrecer a otra persona un lugar donde hincar el ancla de su barca, un corazón en el que residir, un hombro en el que apoyarse. Por eso es tan importante la escucha. Porque cuando uno se siente escuchado, se apoya en aquél que le presta atención. Sentirse escuchado es afianzarse en que la soledad radical puede ser compartida, o al menos expresada y aliviada.

Infundir esperanza no es sólo invitar a desear la salud y la curación en la enfermedad. A veces pasa más bien por lo contrario, por aceptar que eso no es posible. Porque la esperanza, para ser tal, ha de estar arraigada en la realidad, también en la realidad del deseo, pero no de la vana ilusión. Entonces, esperar es un dinamismo que transforma el presente haciéndolo más activo y sabroso.

El que infunde esperanza comparte el deseo a la vez que reconoce la realidad. Vivir esperanzado es ya un indicador de salud, de humanización de la experiencia. El que espera alimenta la confianza y, en algún momento, se abandona en alguien.

Este abandono o entrega, no es el resultado de la desesperanza, sino del grado máximo de confianza y de aceptación activa de la realidad que se impone. Infundir esperanza quizás sea también ofrecer los propios brazos para que el otro pueda entregarse y abandonarse confiadamente en ellos.

La acogida mutua, especialmente en la fragilidad, hace crecer la confianza, mata la soledad, promueve la responsabilidad compartida en la búsqueda del bien propio y ajeno. En el fondo, la experiencia del amor es la fuente de la esperanza y su realización.

como ser esperado?

Siguiendo de nuevo al religiosos Camilos, podemos darnos cuenta, de que cuando alguien me espera, incluso mi cuerpo funciona de otra manera. Una cierta tensión hace que se desencadene en mí energía para hacer lo posible por llegar puntual, un cierto malestar si no lo consigo y una grata experiencia de ser considerado. Experimento, por eso, que la esperanza tiene un influjo muy concreto en el presente.

El que espera a otra persona (en una cita, en una llegada, etc.), normalmente ha tenido que aguardar, predisponerse a la acogida, hacer espacio en el tiempo, en la mente y en el corazón al que había de llegar.

Me pregunto qué pasaría si al llegar al hospital, al quirófano o un servicio de salud o social cualquiera, las personas encargadas de atender dijeran al enfermo o al necesitado de ayuda: “te estábamos esperando”. ¡Sería explosivo! Una carga de confianza y de ilusión por el bien que se desea se desencadenaría en el encuentro.

Ser esperado es un reconstituyente saludable para todos, pero tanto más para quien se encuentra en la estación de la vulnerabilidad. Porque ser esperando infunde esperanza en la debilidad, genera seguridad, sugiere confianza y las energías del anhelo y del deseo bullen en las células como recursos para combatir las causas del mal. Por eso creo que ser esperado es terapéutico.

Quizás ser esperado nos cura no sólo de la inseguridad producida por la debilidad, sino también del engaño en el que vivimos cuando nos sentimos autosuficientes y omnipotentes. Ser esperados, en el fondo, nos cura de la soledad a la que nos condena nuestro pecado de orgullo.

Ser esperado, en el fondo, nos hace vivir. Ninguna persona puede vivir si nadie le espera, o quizás, es muy fácil morirse si nadie te espera. Y ser esperado cura. Porque, de alguna manera, podríamos decir que vivimos de la esperanza de ser esperados por alguien. La esperanza, en el fondo, es como la sangre; no se ve, pero si no está, si no circula, estás muerto.

Este vídeo pretende ayudar a comprender el proceso de duelo en una situación especial como es el aislamiento por el Covid-19. En caso de que los síntomas o el malestar que experimentas persista durante más de 6 meses, te aconsejamos que acudas a un profesional especializado en duelo que te pueda ayudar a manejar y drenar tu dolor.

Antes de despedirme quisiera desearos esperanza a todos. Agradecer vuestra escucha. En especial quiero unirme en la oración con quienes se encuentran en el duro trance de zurcir los desgarros del corazón, producidos por la pérdida de un ser querido. Desde la Pastoral de la Salud de las Parroquias estamos con los enfermos, los familiares, padres, madres, hermanos y abuelos de quienes fallecen en edad temprana. Pidamos a María ser constructivos en dar testimonio de semillas de vida y de resurrección. Ojalá sepamos dar respuesta a esta llamada



Bibliografía:

Duelo y Espiritualidad. José Carlos Bermejo. Ed. Sal Terrae

Vivir tras la pérdida. Valentín Rodil Gavala. E. Sal Terrae

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