Desánimo y segunda llamada

 

HOMILÍA DEL SANTO PADRE EN LA CELEBRACIÓN DE VÍSPERAS CON LOS OBISPOS,
SACERDOTES, DIÁCONOS, CONSAGRADOS, CONSAGRADAS, SEMINARISTAS Y
AGENTES PASTORALES

Monasterio de los Jerónimos (Lisboa) Miércoles 02 de agosto de 2023

Autor del resumen: Serapio Roldán

 

…cuando uno se siente desanimado, el riesgo es bajar de la barca y quedar atrapado en las redes de la resignación y del pesimismo. En cambio, llevemos al Señor nuestras fatigas y nuestras lágrimas,
para poder afrontar las situaciones pastorales y espirituales, dialogando entre nosotros con apertura de corazón para experimentar nuevos caminos a seguir.

Cuando estamos desanimados, conscientes o no del todo conscientes, nos “jubilamos”, nos “jubilamos” del celo apostólico, lo vamos perdiendo, y nos transformamos en “funcionarios de lo sagrado”. Es muy triste cuando una persona que ha consagrado su vida a Dios se transforma en “funcionario”, en mero administrador de las
cosas. Es muy triste. Y cuando se pierde la ilusión, nos salen mil justificativos para no echar las redes, pero sobre todo esa resignación amarga, que es como un gusano que corroe el alma.

Hermanos y hermanas,lo que vivimos es ciertamente un tiempo difícil, lo sabemos, pero el Señor hoy pregunta a esta Iglesia:
“¿Quieres bajar de la barca y hundirte en la desilusión, o dejarme subir y permitir que sea una vez más la novedad de mi Palabra la que lleve el timón? A ti, sacerdote, consagrado, consagrada, obispo: ¿te conformas sólo con el pasado que tienes detrás o te atreves a echar nuevamente con entusiasmo las redes para la pesca?”. Esto es lo que nos pide el Señor: que reavivemos la inquietud por el Evangelio.

Cuando uno se va acostumbrando y se va aburriendo y la misión se transforma en una especie de “empleo”, es el momento de dejar lugar a esa segunda llamada de Jesús, que nos llama de nuevo, siempre. Nos llama para hacernos caminar, nos llama para rehacernos. No le tengan miedo a esa segunda llamada de Jesús.

…navegar mar adentro. Esa magnanimidad. ¡No sean pusilánimes! Navegar mar adentro, para echar nuevamente las redes al mar, es necesario dejar la orilla de las desilusiones y del inmovilismo, tomar distancia de esa tristeza dulzona y de ese cinismo irónico que tantas veces nos asaltan frente a las dificultades. Tristeza dulzona, cinismo irónico.

Examinemos la conciencia sobre esto. Recuperar la ilusión, pero en una segunda edición de la ilusión, la ilusión ya madura, la ilusión que viene del fracaso o aburrimiento. No es fácil recuperar la ilusión adulta. Es necesario hacerlo para pasar del derrotismo a la fe, como Simón que, aun habiendo trabajado en vano toda la noche afirmó: «Si tú lo dices, echaré las redes»

La oración

Pero, para confiar cada día en el Señor y en su Palabra, no son suficientes las palabras, se necesita mucha oración. Yo quisiera aquí hacer una pregunta, pero cada uno se la responde adentro: ¿cómo rezo yo? ¿Como un loro, bla, bla, bla, o durmiendo la siesta adelante del Sagrario porque no sé
cómo hablar con el Señor? ¿Rezo? ¿Cómo rezo? Sólo en adoración, sólo ante el Señor se recuperan el gusto y la pasión por la evangelización. Y curiosamente, la oración de adoración la hemos
perdido; y todos, sacerdotes, obispos, consagradas, consagrados, tienen que recuperarla, ese estar en silencio delante del Señor.
Entonces, en la oración se supera la tentación de llevar adelante una “pastoral de la nostalgia y de los lamentos”
…no tengamos miedo de afrontar el mar abierto, porque en medio de la tormenta y de los vientos contrarios, Jesús viene y viene a nuestro encuentro y nos dice: «Tranquilícense, soy yo; no teman»

Juntos


Una segunda decisión: llevar adelante juntos la pastoral, todos juntos. La Iglesia es sinodal, es comunión, ayuda recíproca, camino común. Las redes de los primeros discípulos, entonces, se convierten en una imagen de la Iglesia, que es una “red de relaciones” humanas, espirituales y pastorales. Si no hay diálogo, si no hay corresponsabilidad, si no hay participación, la Iglesia envejece.

Una pastoral inclusiva. La moral viene siempre después,…nunca antes!!!
Por último, la tercera decisión: ser pescadores de hombres. No tengan miedo. Eso no es hacer proselitismo, es anunciar el Evangelio… pescar personas y sacarlas del agua significa ayudarlas a salir del abismo donde se habían hundido, salvarlas del mal que amenaza con ahogarlas, resucitarlas de toda forma de muerte. Pero esto sin proselitismo, sino con amor.

Queridos hermanos y hermanas: a todos, laicos, religiosos, religiosas, sacerdotes, obispos, a todos, a todos: no tengan miedo, echen las redes. No vivan acusando “esto es pecado” esto aquí que no es pecado. Vengan todos, después hablamos, pero que sientan primero la invitación de Jesús y después viene el arrepentimiento, después viene esa cercanía de Jesús. Por favor, no conviertan a la Iglesia en una aduana: acá se entra, los justos, los que están bien, los que están bien casados y ahí afuera todos los demás. No. La Iglesia no es eso. Justos y pecadores, buenos y malos, todos, todos, todos.
Y después, que el Señor nos ayude a arreglar ese asunto. Pero todos.

 

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